
Si alguna vez intentaste tejer con totora en Argentina, seguramente notaste que no siempre es sencillo ni placentero. Los grosores cambian, el color no se consigue de nuevo, y el resultado no es lo que esperabas. Esto no es casualidad: la totora, como la conocemos acá, surge del descarte textil.
En cambio, en otros países existe el trapillo premium, un material pensado y fabricado especialmente para tejer. Y la diferencia se nota desde la primera lazada.
La totora que solemos encontrar en Argentina se hace a partir del descarte de la fabricación de telas de la industria de la moda. Es un producto noble porque aprovecha residuos, pero tiene algunas características que pueden resultar frustrantes para quienes tejemos:

En definitiva: la totora es económica y ecológica, pero poco previsible.
El trapillo premium, no nace de un descarte, sino de un proceso de fabricación textil diseñado específicamente para artesanías. La tela se produce, se corta y se transforma en ovillo con una intención clara: que sea fácil, uniforme y placentero tejer con ella.
Sus ventajas:
Tejer no es solo pasar hilo por la aguja: es también disfrutar del proceso y sentir orgullo por lo que creás. Y ahí, la materia prima marca la diferencia.
